Por: Luciano Monsalve

El avance exponencial de la tecnología siempre representa dudas, sobre todo cuando empieza a suplantar tareas que antes necesitaban de humanos para resolverlas. Hoy en día la inteligencia artificial es el principal punto a poner en reflexión.


La facilidad con la que algunas herramientas como ChatGPT te pueden producir una nota periodística completa con sólo la referencia de una entrevista, ó Grok que genera imágenes con una fidelidad altísima a la realidad ¿Debería preocupar a los periodistas?


Factores como este generan voracidad a una gran parte de los medios, que los conlleva a la producción de un sin fin de contenidos impulsados por la viralidad y la fragmentación, dejando de priorizar la calidad.
Estas tecnologías no deberían compararse con el ojo humano y periodístico. Nuestro deber está en detectar lo que no se aborda, lo que no se detecta, una mirada de la realidad que a la hora de comunicar es sumamente importante, el pensamiento crítico debería ser nuestra materia prima para hacer notar las diferencias con estas producciones frívolas.


No hay que caer tampoco en la negación. Estas nuevas formas de crear son adaptables para hacer la labor de un periodista más ligera, pero su uso no debería limitar nuestra creatividad y habilidades periodísticas.
“Antes de que ésta se inventara ‘la grabadora’, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían.”, escribió Gabriel García Márquez en 1996.
Imagínense si Gabo viera la dinámica con la que se aborda el periodismo en la actualidad, con falsas noticias que circulan a una velocidad impensada, videos engañosos hechos con IA, titulares amarillistas por doquier y fuentes inchequeables.


Es nuestro compromiso pensar mecanismos para enfrentar este fenómeno desde la comunicación social, por más que sea un complicado desafío no podemos seguir aceptando que nuestra labor represente un vacío significativo de valores, realidad social y

y contextualización.


En un escenario donde la tecnología avanza más rápido que la ética con la que se la utiliza, el rol del periodista no puede reducirse a ser un mero replicador de información generada por IA. El futuro del periodismo no depende de la inteligencia artificial, sino de la inteligencia crítica con la que sepamos ejercerlo.