Soledad, sacrificio, decepción, resistencia, adaptación, son solo algunas de las sensaciones que Sonia Budassi, autora de Periodismo, tiene que experimentar; e incluso logra contagiar, a lo largo de su narración irónica, aunque no mentirosa, de las circunstancias.
Sonia, relata una odisea en primera persona. En el transcurso de 3 capítulos, combina ficción y realidad. Desde los comienzos de una joven pasante en un importante medio de comunicación, hasta su renuncia; sin escapar de las ciertas e innegables peripecias por las que cualquier persona debe atravesar, cuando de emerger en el mundo del trabajo se trata, quizá de un modo más o menos exagerado, pero real al fin.
“Esclavita” se define en su primer capítulo, ¿chocante?, un poco, por la impotencia de saber que se describió a la perfección. Como primera experiencia en un trabajo formal, a todos nos hacen pagar el famoso “derecho de piso” o acostumbrarnos a que por un tiempo seamos el “che pibe” y Sonia no iba a ser la excepción. Su título, “Nada que hacer” no creo que haya sido casualidad, si claro está, que sus vagas ideas, luego de ganar la pasantía, solo eran una utopía.
Evadiendo por unos pocos renglones, a la miseria de lo cotidiano, nace “Si, quiero”. Capturó a su objetivo, dentro de una crónica que parece un cóctel entre Ian Fleming y lo mas empalagoso desde una inmejorable burla al amor, con una mirada siempre acompañada de sarcasmo.
Fue como una patada, este capítulo, para el periodismo deportivo, o mejor dicho, para la mayoría de quienes lo ejercen. Sin tapujos, la autora le quitó el velo a todo aquello que se ensuciaba estando en desuso, el detrás de escena de un mundo que no deja ser, de imposibilidades, pero ojo… solo para algunas.
“El nervio de la buena escritura” teme Budassi haber perdido en su última crónica “Los que fueron antes que yo”. Luego de 10 años de trabajo, casi obligada, decide renunciar, aunque no se arrepiente, y deja entrever (probablemente de manera accidental) una pizca de nostalgia, aunque luego lo enmienda con un poco de antipatía, y rencor, para no perder la racha de penuria que le dio protagonismo a la historia en su conjunto, y con la que finalmente el lector se termina encariñando, o tal vez solo sea mi visión.
Sonia, puso en palabras lo que nadie se anima a contar, e incluso logrando que la aplaudan, expresó toda la mediocridad de un trabajo tipo. Si lo que Budassi convierte en literatura, fuera escuchado por cualquiera de nuestros jefes, nos despedirían. Pero al fin y al cabo así funciona este universo, no tan paralelo.
Sol Viscardi
Lencinas, Micaela; Viscardi, Sol.