“Siempre que pensamos en el futuro, está el miedo al fracaso”

Por: 3er. Año Periodismo

Los cambios y las frustraciones son un proceso constante en la vida de los adolescentes.

Muchas veces se cree que el mayor conflicto ocurre durante el secundario, pero  ¿qué pasa después?

Las decisiones personales se vuelven parte de uno mismo e intentar descifrar qué es lo que se quiere para el futuro es parte del juego.

“Si voy a estudiar a Bahía (Blanca) y no resulta, porque la carrera no es la que quiero, ¿qué hago?”. Esta es una de las tantas preguntas que se hacen los jóvenes a la hora de definir lo que se quiere para los próximos años.

La psicopedagoga Bárbara Albanese explicó que muchas veces esa decisión está ligada a “mandatos familiares” (continuar con la profesión de un padre o elegir una carrera universitaria porque sos el primero con posibilidades de realizar estudios superiores).

“Somos una esponja, vos sos chico y te empiezan a inculcar que la mejor carrera es tal o cual, o que del arte te vas a morir de hambre. Desde chiquito vos ya empezás a escuchar que servís para estas cosas”.

A veces la historia de cada uno no coincide con las expectativas que tiene la familia, y allí las dudas se vuelven más grandes.

“El día que vayas a estudiar tenés dos opciones. O elegís lo que te gusta, y cuando vayas a trabajar lo vas a hacer con placer, o estudiás algo que te llene de plata, y vas a vivir en una mansión pero vas a ser infeliz, porque vas a trabajar de algo que no te gusta”, dijo la psicóloga Paola García.

Pensar en el futuro

Está claro que es difícil tener una certeza total de lo que queremos para nuestro futuro, pero nos podemos hacer algunas preguntas para conseguir pistas.

Las profesionales recomiendan reflexionar sobre una sola pregunta: “¿Cómo te ves como profesional en diez años?”.

“El ejercicio de imaginarnos realizando aquello que hemos estudiado puede ser un visto bueno o malo sobre lo que pensamos”, señaló Albanese.

García describió que las cuestiones emocionales también influyen en la elección.

Foto: La psicóloga Paola García y la psicopedagoga Bárbara Albanese.

“Creer que sos ‘el bicho raro’ de la familia porque querés estudiar una carrera de humanidades y la mayoría son, por ejemplo, economistas, es algo que se siente”.

Las dos vidas

La decisión de continuar estudiando también plantea realidades diferentes para quienes lo pueden hacer sin dejar su casa y aquellos que deben “volar del nido”.

Para estos últimos es un doble desafío, porque no solo hay que cumplir con la carrera, sino que también deben aprender a organizarse y administrar el tiempo y el dinero, entre otras cosas.

“Es otra historia la que enfrentan los chicos que viven con su familia, muchas veces se los considera más afortunados por tener la contención y el afecto constante, sin embargo, lo negativo se relaciona con el bombardeo frecuente de preguntas: “¿Y cómo te fue?¿Hoy no fuiste a cursar? ¿Por qué te quedaste en casa? ¿Este fin de semana salís?”, mencionó Albanese.

Por otro lado, también está presente la presión que debe soportar el o la estudiante.

“Te hacés fuerte, porque es frustración tras frustración. El mayor centro de frustración es la universidad. Si salís ileso de esa etapa, entonces dale para adelante”, agregó Albanese.

Conocer lo que realmente uno quiere es una parte del proceso, pero cuando tenemos el título en la mano aparecen más preguntas: ¿Y ahora qué tengo que hacer?

“Hay que arrancar desde cero, de nuevo. Allí vuelven a empezar otros miedos”, agregó García.

Las inseguridades y dudas son parte de la vida humana, el desafío está en resolverlas durante el camino.


La vida de los universitarios

Bahía Blanca es un destino clave para miles de estudiantes argentinos, quienes además de buscar su camino enfrentan los desafíos de subsistir y tener un techo.

Para ellos la vida universitaria se construye entre la rutina y los esfuerzos por equilibrar los costos de vida con el estudio.

“Alquilar en Bahía es complicado, pero compartiendo con otros estudiantes se hace más llevadero», comentó Sofía Carrera, estudiante de Geología. 

Para quienes llegan desde otras ciudades, la búsqueda de alojamiento es uno de los primeros obstáculos.

«Encontrar un departamento no es sencillo, especialmente si buscás cerca de la Universidad, Sin embargo, siempre se encuentran opciones compartiendo con otras personas», coincidió Paula Fernández.

Agregó que «no es fácil mantenerse si no trabajás, y combinar todo a veces resulta agotador”.

Sin embargo, la comunidad universitaria, apoyada en espacios como las casitas de la UNS, ofrece una red de contención y compañerismo.

Ofertay horarios

Además de los estudios, la ciudad presenta una amplia gama de actividades recreativas.

“Acá podés encontrar desde deportes hasta eventos culturales. Los fines de semana hay ferias y recitales en diferentes partes”, destacóAgostina Rodríguez, quien espera recibirse de contadora.

Otra dificultad es la carga horaria de los estudiantes, la que se agrava cuando la carrera cuenta con una parte teórica y otra práctica.

«En contabilidad este aspecto es intenso, porque entre clases y prácticas no queda casi tiempo para nada más. Adaptarse a este ritmo es difícil, pero es parte del sacrificio que hay que hacer», admitió.

A pesar de los desafíos, los estudiantes encuentran la manera de sobrellevar las dificultades, apoyándose entre ellos y aprovechando las oportunidades que la ciudad y el ámbito educativo les ofrece.