Luego de varias semanas de espera, el 27 de agosto de este año Emanuel David Ginobili confirmó lo que ya parecía una decisión inminente: dio fin a su carrera profesional tras 23 años, 16 temporadas en la NBA, 4 anillos, un oro y un bronce olímpico, subcampeón mundial, campeón y MVP en Euroliga, Copa y Liga italiana, 2 all star NBA, 2 titulos en Fiba Americas, MVP en Juegos Olimpicos 2004, integrante de quintetos ideales, y la lista sigue.
Pero que injusto seria repasar la carrera de Manu y solo mencionar sus títulos. Porque una medalla o un anillo no es la única herencia que nos dejó el mejor basquetbolista de la historia argentina. Manu fue símbolo de miles de chicos y chicas. Todos y todas vestían su camiseta y practicaron este deporte tan solo para ser como el. Demostró que entrenando día tras días, como el lo hizo en aquella canchita de calle Salta, cualquier sueño se puede lograr. Y el logró mas de lo que cualquiera pueda soñar. Con esfuerzo. Porque a Manu nunca nadie le regaló nada, y el nos regaló mucho a todxs.
Nos regaló aquella palomita ante Serbia, demostrando que Dios existe y llevaba puesta la 5 de argentina. Nos regaló a lxs bahiensxs y argentinxs la oportunidad de creernos lxs mejores. Ya no eramos mas un seleccionado que iba a solo a competir. Nos transformamos en una potencia Mundial. Porque el podio olímpico dejo de ser un sueño, y paso a ser un objetivo.
Demostró que con esfuerzo y sacrificio todo llega. Porque el no estaba hecho para ser una figura. Lo cortaron de una selección bahiense a los 15 años, llego a la selección argentina recién a los 21. Delgado, sin una velocidad deslumbrante, un tiro no muy sobresaliente. Pero Manu, sin ser un animal desde lo físico, logró mantenerse 16 años en la elite del básquet mundial. Entendió su rol en cada equipo que jugo. Desde el banco, finalizando partidos, robando, asistiendo, ganando un foul en ataque, o una tapa (como aquella a Harden en la temporada pasada), Ginobili siempre hizo mejor a sus compañeros. Y es esta tal vez su mejor característica. Porque no necesito de muchos puntos para ser estrella, te ganaba partidos con pequeñas grandes cosas en momentos importantes.
Inteligente, lucido, ganador, ídolo de millones de personas en el mundo. Porque Manu traspasa la frontera argentina. Es admirado en cada rincón del mundo, hasta por sus propios rivales. Y esto no es normal. No estábamos habituados a ver un jugador no estadounidense (y menos de Sudamérica) lograr lo que logró Emanuel. Rompió el molde. Penetró esa burbuja que es la NBA en la que solo se destacaban los locales, y apenas algunos pocos de afuera podían llegar.
Manu nos ilusionó a los argentinos y argentinas, pero también al resto del Mundo. Nos ilusionó a saber que los objetivos están para alcanzarlos y para superarlos también. Era una locura imaginarse a un argentino 16 años en la NBA, ganando 4 títulos y entrando, posiblemente, al salón de la fama. Como también era imposible imaginarse a Argentina ganarle al Dream Team o lograr el oro olímpico. Manu rompió la barrera de lo impensado. El y toda una generación que jamas el deporte argentino volverá a tener. Porque acá es donde duele tanto el retiro de Ginobili. No va haber otro como el. Maradona lo tuvo a Messi. Podemos decir que Vilas lo tuvo a Del Potro. Pero este es único. No existirá jamas la combinación perfecta de atleta, deportista, profesional e inteligencia dentro de un mismo ser. El héroe se retiro, la leyenda acaba de comenzar.
Con una gran mezcla de emociones les cuento que decidí retirarme del básquet. ENORME GRATITUD para mi familia, amigos, compañeros, DTs, staff, aficionados y todos los que fueron parte de mi vida en estos 23 años. Fue un viaje fabuloso que superó cualquier tipo de sueño. GRACIAS! pic.twitter.com/FtFqpTwFRq
— Manu Ginobili (@manuginobili) August 27, 2018
Autor: Joaquin Iraizoz