Juan no se perdió ni una noche de Club desde marzo, cuando llegó de su pueblo para retomar el segundo año de la licenciatura en Turismo. Los viernes se junta con un grupo de 9 amigos, hacen previa en alguna casa hasta las 2 de la madrugada y salen.
En San Juan al 600 los esperan dos filas de chicos que ocupan hasta el cordón de la vereda.
Por un lado entran las mujeres, por otro los hombres y ahí están ellos esperando ansiosos a que el patovica mire sus documentos y los deje pasar. El paso se cierra a las 2:30 y no quieren quedarse afuera.
La instancia de control en las puertas no es el único amontonamiento que tienen que pasar. Una vez que están tras las rejas: hay que pagar la entrada.
Cuando ya las tienen, pueden pasar para poder ir a comprar algo para tomar, bailar, cantar, pedirle un tema al DJ y charlar (mientras la música los deje).
El Club tiene una pista principal, con un escenario en el que se presentan bandas locales los sábados. La pista está rodeada por 4 barras en las que la bebida más pedida es la cerveza con whisky, según los organizadores.
Al fondo del terreno está el patio, con otro DJ que pasa música electrónica y es el único lugar en el que se puede fumar.
Pero Juan y sus amigos prefieren la cancha de básquet o parqué, según ellos tiene la mejor música, hay más espacio y va la gente “más buena onda”.
Un poco de historia
Hace 61 años que el Club Universitario abre sus puertas para que miles de personas pasen sus noches de fin de semana.
Cambiaron los horarios, los días, las fiestas. Y las noches de Club siguen siendo un éxito.
Hasta hace un par de años, los jueves eran furor. Ningún estudiante de la región se iba de Bahía sin pasar por sus pistas. Sin embargo, ahora los viernes pasaron a ser protagonistas.
“Hoy los jueves tenemos 1.000 personas; los viernes, 3.200 y los sábados entran desde 500 a 800”, dicen los administradores.
Los precios para las entradas varían para los chicos. Si sos socio del Club Universitario pagas $ 25, si tenés la tarjeta de La noche del Club son $ 50 y si no cumplís con las dos anteriores podés pagar hasta $ 200.
En cambio, las chicas pagan $ 40 sin ningún requerimiento. Otro dato que se puede agregar es el de las bebidas y la entrada gratis para los que van a festejar su cumpleaños.
¿Cuál es el secreto?
Después de más de medio siglo, el Club sigue siendo el más elegido y, según el gestor de redes sociales del boliche, Gustavo Antón, esto se debe a que a la gente se la trata “como par”, no se discrimina por color de piel, ropa, estatura, peso u otra condición física. Esto, en consecuencia, hace que “se sientan cómodos” y sigan asistiendo cada fin de semana.
Por otro lado, Antón dice que al Club lo ayuda el “boca a boca”. Como se mencionó antes, la gente de la región que viene a la ciudad no vuelve a su pueblo sin haber conocido una noche de Club. Gustavo cuenta que “si le decís a un taxista o remisero que te lleve al Club, vas a ver que te lleva al Universitario”.
Por: Sofía Frugoni