ESPECIAL: 7ª edición del Festival de Poesía Latinoamericana
Cobertura periodística: Brenda Ghiberti, Micaela Lencinas y Sol Viscardi.

Sentada en los sillones de alguna librería de Mar del Plata, se topó con los versos de Pizarnik, y con apenas 13 años, Luciana Caamaño  halló el punto clave en el arte de la poesía y comenzó a escribir. 

 Hoy, continúa escribiendo y es fanática de leer frente al público sus poemas y lo hace de una manera bastante curiosa, original, con un tono irónico, que enganchan a la audiencia y se torna inevitable no escuchar comentarios luego de su atípica y divertida performance. Además, fundó su propia editorial: “Sacate el Saquito”, que nació de una vez que Luciana se presentó en Rosario y llevó poemas de sus amigos que le gusta como escriben. Y en lugar de llevar hojas A4 impresas, le pareció mejor armar unos libritos.

 Luciana recorrió Bahía Blanca por primera vez, en el marco del Festival de Poesía Latinoamericano, donde destacó el Puerto y los distintos espacios de la ciudad en los que encontró un ambiente relajado y alucinante dentro de la movida poética. Y como la teníamos tan cerca, nos resulto imposible no indagar sobre su tono especial de hacer poesía.

¿Creés que la palabra cambia al ser oralizada?

Sí, claro. El poema en un punto es una partitura y hay la misma diferencia que en la música. El texto funciona como partitura.

A mí me gustaría encontrar la manera de escribir eso que está en el vivo y no termina de estar en el texto. Hay que seguir buscando la manera de que quede escrito. No podría decidir entre la lectura y escritura porque son dos procesos muy distintos. Son procesos de producción y creación diferentes.

¿Cuál es el valor de la puesta en escena?

Si vos haces ir gente a escuchar poesía y demás, y no pasa absolutamente nada, no hay una cuestión experiencial a que vos agarres el libro en tu casa y no te hayas tomado la molestia de moverte a ese lugar, tiene que pasar algo.

Pero cuando pasa, ocurre algo que está bueno.

¿Sentís que hay mayor difusión de la poesía a través de las redes sociales?

Si, a full! Está buenísimo que pase eso, es genial.

En cambio, Facebook tiene algo de autobombo que me resulta insoportable en cuanto al uso de quienes producen poesía, como todo el tiempo diciendo mírame, mírame, mírame. A mí eso, me aburre, me parece un show de ego.

¿Qué consejo darías a quien tenga ganas de lanzarse a escribir?

No hay nada, ni nadie sagrado. Eso me parece súper importante. Ni en la poesía ni en ningún lado.

1) Nada sagrado.

2) Tener tu criterio. Perder el miedo a LA POESIA (en mayúsculas), escribir como hablás, porque si no, estás tratando de decir algo con palabras que no son tuyas y es imposible hacer eso.

¿Crees que el último tiempo ha surgido una perspectiva de género, diversidad y eso aplicarlo a los textos, la lingüística?

Sí. Me parece que el laburo de género viene de mucho antes de lo que se cree. Me parece que hubo un estallido en Buenos Aires pero en realidad es un laburo que se venía haciendo hace muchos años en el interior del país. Pero es lo que pasa con todo, el porteño hace algo y se replica en el país. De todos modos, es alucinante la visibilidad que alcanza. Sin embargo, creo que está más instalado en lo discursivo que en la realidad, todavía falta un montón. La poesía es un ámbito súper machista y muy homofóbico, sobre todo lesbofóbico. Hay un discurso progre que no se condice con la realidad.

Hay una cosa de corrección política de que se invita a determinada cantidad de mujeres, pensando como en llenar el cupo pero es un gesto más que una actitud real de querer incorporar determinadas cuestiones, y ni hablar con lo lésbico, insisto, me parece un detalle que no es menor. Hay un montón de escritoras tortas que jamás aparecen en los circuitos de la poesía, y eso es una incivilización.