ESPECIAL: 7ª edición del Festival de Poesía Latinoamericana
Cobertura periodística: Brenda Ghiberti, Micaela Lencinas y Sol Viscardi.

Omar Chauvié, fue uno de los organizadores de este evento y nos contó cómo fue echarlo a andar.

Entre música y poesía, con variada y amplia asistencia transitábamos el pasado sábado por la noche, día 4 del 7ª Festival de Poesía Latinoamericana, en el centro cultural Pez Dorado. 

Ahí nos encontramos con Omar Chauvié (Profesor en Letras), uno de los organizadores del ciclo, y nos contó que poner de pie este evento  fue un trabajo intenso que comenzó con disparadores de ideas cuando terminó el festival precedente. Luego en febrero de este año empezaron a definir cuestiones como  invitados centrales y a intentar darle forma a lo que hoy se concretó.

¿Con qué criterio eligieron a los invitados?

-Es una cuestión de gusto, de interés del modo en que están siendo leídos en este momento algunos autores. Dentro de los temas que nos interesan mientras vemos lo que está pasando en el campo de la poesía.

Y otro aspecto es el económico, fundamentalmente, ya que contamos con poco apoyo y sacamos más que nada de las actividades. También es necesario tener contacto fluido con los poetas que viven en el extranjero para invitarlos, donde hay una tarea previa de ir acercándose. Además de que siempre tratamos que haya participación de poetas nacionales y locales. Nos fijamos en la poesía que circula en editoriales independientes. Bahía tiene un importante  movimiento de escritura, talleres, edición.

¿Cómo repercute y repercutió el festival en la ciudad?

-Estamos contentos, salió bien en relación a otros años. Por un lado, nos acompañó el clima, y de todos los festivales que hicimos, este fue el que estuvo más cubierto de gente. La casa de la cultura de la UNS nos quedó chica, había gente afuera.  No dimensionamos esta repercusión asique fue algo que no pudimos prever.

Creemos que otra forma en la que el festival entra en relación con la comunidad es insertándolo o difundiéndolo en distintos espacios donde puede surgir trabajo a lo largo de todo el año. Pensar visitas a los colegios, llevarlo ya sea a un taller de PAMI con abuelas relatoras o a la Casa de Betania, amplía el abanico.

¿A partir del festival se puede ir gestando un movimiento alrededor de la poesía en la ciudad?

Sí. A ver,  la mayoría de los que trabajamos en esto estamos hace muchísimos años tratando de hacer cosas con mayor o menor impacto, buscando diferentes estrategias. Hubo mucho por fuera del libro como objeto, por una cuestión de los costos que conlleva, y a veces, por las dificultades que implica publicar en una ciudad del interior, pero de todos modos buscamos que el poema circule por distintos espacios. A partir de ahí, hay una perspectiva de trabajo que excede al festival.

 

 

La idea es que el año que viene haya más gente, sabiendo que estamos frente a un género que no va  a llenar estadios pero en el que podes confiar que pasen cosas como que los lugares estén repletos. Nos acompañaron mucho los colegios secundarios y terciarios, eso tiene que ver con una red que se va tejiendo con los profes.  Nos comunicamos desde temprano informándolos de los poetas que vienen y acercándoles material si es que no lo tienen y ellos trabajan con la lectura de esos poemas, lo que hace que los estudiantes los reciban de otra manera. Insisto, estas redes se van creando año a año y así se genera mayor difusión.