‘También existe la violencia de género ejercida por la mujer hacia el hombre’, aseguran quienes eligen opinar sin siquiera informarse.
Esta afirmación, entre otras tantas, es parte de las falsas creencias que rodean a una de las problemáticas más importantes en nuestro país.
“Los delitos de género son exclusivamente contra las mujeres. Son situaciones en las que como el hombre es más fuerte, la ley las reprime más severamente que cuando un hombre ataca a otro o una mujer a otra”, explica Mauricio Del Cero, fiscal a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) de Delitos Sexuales en Bahía Blanca.
Además, señala que hay tres factores que caracterizan estos delitos: la condición de varón, la simetría de fuerzas con la mujer y una potencial agresividad legitimada por patrones socioculturales de conducta.
Quizás lo más difícil de comprender sea el vínculo entre la violencia de género y la cultura. Cosificación del cuerpo de una mujer (mostrarlo sólo como un objeto de consumo) en los medios masivos de comunicación, chistes machistas recurrentes, acoso callejero, uso de lenguaje sexista que utiliza palabras en masculino así sean dirigidas a una mayoría femenina (‘alumnos’ en lugar de ‘alumnos y alumnas’) e incluso el tan famoso ‘andá a lavar los platos’ a una mujer que maneja mal u opina sobre deportes. Lo más probable es que no te haga ruido o te parezca exagerado, porque está naturalizado y forma parte de tu cotidaneidad.
“La violencia de género está fuertemente influída por los patrones socioculturales de conducta. Se trata de creencias o convicciones asociadas al rol de lo femenino”, agrega Del Cero.
Otro de los errores más comunes, es creer que el hombre que maltrata, golpea o mata a una mujer es un psicópata. Que no puede tratarse de una persona ‘normal’. Que los hombres que conocemos nunca reaccionarían así.
“Se intentan explicar los femicidios analizando el perfil del agresor. Se buscan las causas vinculadas a una infancia triste, a problemas psiquiátricos o porque son personas ‘que no pueden contener la ira’. Pero buscar las causas en el maltratador tiene un gran problema: no explica un fenómeno social”, aclara el fiscal.
Hay algo crucial que obstaculiza que se resuelvan los problemas vinculados a la violencia contra las mujeres: está invisibilizado como problema social.
“La violencia de género es un recurso que la cultura pone en manos de los hombres para que decidan cómo, cuándo y en qué momento usarlo”, aseveró Del Cero.
Muchas veces se responsabiliza a la Justicia y a las leyes de fallar y ser responsables de algunos de los muchos femicidios que habitualmente conocemos. Pero hay algo claro: cualquier medida va a llegar tarde, con el hecho consumado, con una nueva víctima.
Lo primero que debemos dejar de hacer como integrantes de una sociedad que apunta a que no haya ni una mujer menos es ser cómplices. Tomemos conciencia. Entendamos que el cambio necesario no es nada más ni nada menos que cultural, progresivo, y depende de todos (y todas).