“La economía tiene que dar las herramientas para transformar este mundo en el que vivimos injusto y desigual”.

La economista e investigadora del Conicet, Corina Rodríguez Enríquez, brindó una charla en un segundo encuentro de la Catedra Abierta sobre Violencia de Género. El ciclo, es organizado por la Red Local contra la Violencia de Género de Bahía Blanca y la Secretaria de Cultura y Extensión de la Universidad Nacional del Sur.

En “Reflexiones desde la economía feminista: organización social del cuidado y reproducción de la desigualdad”, la investigadora explicó la necesidad de una reflexión colectiva. Invitó a pensar acerca de cómo convivimos en una fuerte desigualdad entre hombres y mujeres en la Organización Social del Cuidado: el trabajo de cuidado no remunerado dependiente de un círculo compuesto por el hogar, la comunidad, el Estado y el mercado.

Economía Feminista

“La economía feminista lo que hace es traer ideas feministas al análisis económico, y al hacerlo permite visibilizar dimensiones ausentes en el análisis convencional y dominante del funcionamiento económico”, afirmó.

Cuando hablamos de trabajo de cuidado nos referimos a las responsabilidades en el cuidado de menores/adultos/personas con discapacidades y a la distribución de tareas del hogar.

Además de hacer hincapié en el cuidado directo de las personas, se refiere también a la importancia de generar condiciones para que este trabajo suceda y a la gestión del cuidado.

Se le da un rol esencial al trabajo de cuidado ya que se considera que a partir de él es posible la reproducción de todas las actividades cotidianas de las personas. Esto se debe a que el mismo contribuye a generar disitintos tipos de actividades o de inserciones en el mercado laboral, lo que abre otro parámetro de posibilidades y recursos económicos.

“Visibilizar la existencia de este trabajo no remunerado es una de las iniciativas donde insiste la economía feminista”, sostuvo Corina.

En base a datos escasos de análisis, encuestas y contrastes, se sustenta la evidencia de esta distribución desigual entre el hombre y la mujer, la cual recae en desventaja. Rodríguez planteó que esto es “un vector de reproducción de la desigualdad, donde las mujeres destinan el doble de tiempo que los hombres a estas tareas”.

Todo esto se vincula a un mandato social que hay sobre las mujeres y en la organización social del cuidado se sostienen los estereotipos de género a través de la naturalización.

Las diferencias biológicas innegables (parir, gestar y amamantar) de la que los hombres carecen, no significan que esto dote naturalmente a la mujer de capacidades para limpiar, cocinar o hacer las compras.

Nosotras no estamos más capacitadas que los hombres para limpiar el baño o planchar. Y esto esta intrínsecamente relacionado a “la idea persistente en que el rol del varón es el de proveedor y el rol de la mujer es el de cuidadora”, aseguró la economista.

“La principal manifestación de esta injusticia se expone en las dificultades que las mujeres tenemos para participar en el mercado laboral”, expresó.

La economista feminista explicó que, si bien el rol del hombre como proveedor se ha ido desdibujando con el ingreso masivo de las mujeres al mercado laboral, el rol de cuidado de las mujeres permanece igual. En cambio los hombres, trabajen o no, destinan en promedio menos tiempo al trabajo de cuidado.

 

Políticas Públicas

¿Cómo transformamos esto? Corina planteó que en sociedades desiguales como la argentina se necesitan políticas públicas (sociales, económicas y educativas) que permitan construir y generar las condiciones para poder elegir la combinación de trabajo remunerado y no remunerado que queremos tener.

Necesitamos de estas políticas, dijo, para que se transformen la reproducción de los estereotipos tradicionales de género.

Y agregó: “sólo la universalidad desarma la desigualdad”.

 

“Micro-militancia”

Otro tema en el que Corina Rodríguez Enríquez hizo hincapié es en la “micro-militancia”, la cual consideró necesaria para generar una reflexión consciente sobre cómo vivimos estos procesos de estereotipos de género. Contra ellos se lucha, por ejemplo, analizando cómo distribuimos las responsabilidades en nuestros hogares.

“Tenemos que insistir en esta micro-militancia de ir transformando los hábitos propios o de aquellos con quienes convivimos”.

“Hacemos énfasis en las mujeres es porque en ellas son más predominantes estas iniquidades, pero los hombres también ven vulnerados sus derechos en esta distribución desigual de las responsabilidades”, aclaró.

“La aspiración feminista es una aspiración de igualdad en las posibilidades de elegir”, concluyó Corina.


Corina Rodríguez Enríquez

  • Economista
  • Magister en Políticas Públicas
  • Doctora en Ciencias Sociales
  • Investigadora del Conicet en el Centro Interdisciplinario de estudios de Políticas Publicas (CIEPP)
  • Docente universitaria en la UBA
  • Consultora de agencias internacionales
  • Miembro del Grupo de Género y Macroeconomía de América Latina
  • Miembro del Comité de Mujeres por un Desarrollo Alternativo para una Nueva Era
  • Miembro del Directorio de la Asociación Internacional de Economía Feminista

Por Brenda Ghiberti

Publicado en Palihue Digital