La llegada del tren no solo fue un adelanto tecnológico en cuanto a transporte y comunicación, sino que promovió el desarrollo en toda la zona pampeana luego de la denominada Campaña al Desierto.

Por: Nerina Baleix y Gabriel Colla

En el sudeste de la provincia de Buenos Aires se encuentran cuatro estaciones de ferrocarril que llegaron a ser pueblos y tuvieron su esplendor en los años 20, hasta la década del 70, hablamos de Azopardo (1906), Erize (1899), Alta Vista (1898) y Víboras (1906), formaron partes de los miles de comunidades que se desarrollaron al lado de las vías del tren y que luego fueron disminuyendo su población,hasta incluso desaparecieron. Las primeras tres estaciones pertenecen al partido de Puan y la restante (Alta Vista) al de Saavedra.
El desarrollismo impulsado por el trazado de vías y la conexión entre distintos puntos del territorio hizo que estaciones como estas fundadas a finales del siglo XIX y principios de XX llegaran a albergar un gran número de habitantes. Según Andres Jacquier un apasionado por la historia ferroviaria del partido de Puan y la zona, en los años de oro de cada localidad, en Azopardo llegó a haber seiscientos habitantes, en Víboras y Erize doscientos y en Alta Vista cuarenta. Conforme a los datos del último censo (2010) en Erize actualmente viven sólo veinte personas y en Azopardo noventa y siete en planta urbana y alrededor de doscientas en el campo(datos recopilados por la delegada Mabel Martín). Mientras que en Alta Vista quedan ruinas y en Víboras sólo la escuela permanece intacta.
Todo empezaba con la llegada de la red ferroviaria, lo primero en construirse era la estación del tren, luego en fren, un almacén de ramos generales en donde había de todo. Lo siguiente era un hotel, allí se hospedaban todos aquellos que venían en los vagones y debían pasar la noche en el lugar. Y por último algún que otro bar, para pasar el rato y divertirse. Obviamente a la par de eso, las casas de la gente que trabajaba y vivia ahí. Por estos motivos es que se dice que el tren trajo progreso, luego de su arribo se iniciaba una actividad económica muy importante en estos lugares. En el caso de Azopardo y Erize llegaron a tener clubes de fútbol.
En el tren venía todo, personas, mercadería, dinero, ganado y en gran cantidad. Reemplazó a las viejas carretas que tardaban días en llegar y podían transportar pequeñas porciones.
Finalizando la década del 60 y entrando en la del 70, la actividad ferroviaria disminuyó notablemente a causas de la aparición del camión y el trazado de rutas. La gente de estos pueblos empezó a emigrar en la mayoría de los caso a Puan, Darregueira o Goyena, centros urbanos un poco mas grande y con más oferta laboral . La privatización de los ferrocarriles terminó con la debacle de este pueblo que supieron brillar, pero que hoy están tenues, algunos hasta apagados.

 

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“El ferrocarril trajo el progreso”

Sobre este tema entrevistamos a Andrés Jacquier, puanense de 81 años y un apasionado por la historia ferroviaria.
Preguntándose cuántas personas debieron necesitar para tender las vías, comenzó el relato. «Pienso que habría entre 200 y 300 hombres trabajando en cada cuadrilla, porque la cantidad de kilómetros era grande.», expresó.
Admirado por los equipos de orientación y medición que tenían los ingenieros ingleses para la construcción en las cuadrillas, comentó que eran muy prolijos y exigentes a la hora de elaborar las paredes y los techos de las estaciones. «Cuando a la localidad de Epecuén la tapó el agua, la estación no se inundó; la habían hecho a un nivel que sabían que el agua no iba a llegar.», mencionó.
«El ferrocarril llegó y fue un progreso terrible» afirmó, ya que antiguamente era todo a carro. Gracias a su aparición, la mercadería comenzó a llegar en condiciones. Las quintas, o quienes tenían los negocios de verdulería, esperaban su pedido en la estación; este podía venir desde Buenos Aires o de localidades más cercanas, como Bahía Blanca. Hoy viene un camión y trae la mercadería, antes venía todo en tren.
No era sólo un adelanto de transporte sino que también ayudaba al crecimiento de la economía, se producía el desarrollo. Estaban los vagones del ferrocarril, los del transporte de personas, de segunda, de primera, el coche-comedor y el coche-dormitorio. Jacquier aseguró que si viajabas en segunda, los asientos eran más sencillos; los de primera estaban forrados. En los furgones venía de todo: materiales, herramientas, etc. «He visto bajar hasta un ataúd de los vagones», expresó.
Fascinado por la manera en que resisten los terraplenes a través del tiempo, mencionó que cada tanto en las vías hay una boca-calle para que el agua corra. «Han hecho una gran cantidad de paredes de ladrillos que se quieren empezar a picar ahora, o sea que era una obra bien de ingeniería eso», afirmó Jacquier, y dijo que las paredes de la estación de Puan aún se mantienen en pie.
Haciendo un pasaje por las estaciones cercanas, mencionó que en Avestruz no queda nada (ni los cimientos), en Alta Vista no hay ni personal, la de Tres Cuervos cree que desapareció y en Víboras han quedado las paredes, «la mano del hombre se ha llevado muchas cosas.»
En referencia al auge del ferrocarril, mencionó que en Alta Vista fue importante porque ahí estaban los ramales, las plataformas giratorias, y desde ese punto se podía ir a Puan, Carhué, Víboras, Azopardo, Darregueira, etc.
En cuanto al personal, Jacquier mencionó que aproximadamente diez o doce personas eran empleadas en el ferrocarril. El jefe de estación era un personaje, «calculo que estaba considerado tanto como el jefe del registro civil, era una autoridad», comentó. Había muchos jóvenes de entre 18 y 20 años que estudiaron para telegrafistas y obtuvieron un lugar. «Ser empleado ahí, en aquellos años, era un lujo», dijo. En la estación de Puan, había telegrafistas que se iban turnando, empleados de oficina y peones de andén, se estima que aproximadamente diez personas de la localidad trabajan allí.
El ferrocarril tenía un sistema de auditores que viajaba en vagones y una vez cada tanto iba a la estación. En esa época no había máquina de sumar, en Puan hasta el año 50 aproximadamente no hubo calculadoras. «Para estar en el ferrocarril, el jefe de estación tenía que tener ciertos estudios.», reconoció Jacquier. Las planillas con los datos diarios de entrada de mercadería, vagones, cargas que ingresaban, cargas que salían, no podían contener errores. El empleado que estaba de turno entregaba esas planillas y a partir de ellas se hacía un balance. El jefe de la estación, que era quien recibía todo, tenía que firmar que estaba bien porque cuando venían los auditores el primero que «pagaba los platos» si había algo mal era él.
-¿Si usted tuviera que hacer una conclusión de lo que fue el ferrocarril en movimiento económico, desarrollo, ¿qué conclusión sacaría de todo?
-El ferrocarril trajo mucho movimiento. Vas a Carhué, frente a la estación hay edificios abandonados; habrán sido hoteles todos. Porque la gente llegaba y el «negocio» era tener el hotel ahí en frente. Así que el ferrocarril cuánto trabajo trajo al hotelero, que a su vez tendría un cocinero, dos mucamas.

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Los sábados a la tarde acá venía el tren de Buenos Aires. Era interesante ir a la estación, venía el tren y paraba en el andén y la gente subía la mercadería. La gente del pueblo se iba caminando, era un paseo ir a la estación por la avenida. La gente, curiosa, paraba a mirar lo que había adentro. Ahí se hacían muchas tertulias ¿Los sábados que había que hacer? como cita de honor ir a la estación a la hora del tren. Ver las cosas que bajaban. Las revistas y diarios venían por ferrocarril. En el tren, aparte del guarda de los boletos, también había uno que vendía diarios y revistas; en un viaje de 8 horas, te comprabas una revista y venias leyendo. El hombre que acá tenía el negocio de venta de diarios esperaba su pedido, lo bajaba, y ahí en la estación descargaba todo. Este hombre le hizo un sidecar a la bicicleta y como venía cuesta abajo venía al pelo. Iba vendiendo de paso. Todo eso era gracias al ferrocarril. Él llegaba a la casa y la gente iba a comprarle ahí. Así que hasta el negocio de venta de diarios se desarrolló.
Al preguntarle su opinión sobre la situación futura del ferrocarril manifestó que tiene que volver para el sistema de carga. «En caso de haber más cargas, habría menos camiones en la ruta y, por ende, menos accidentes.», mencionó. Si bien el transporte de mercadería por ferrocarril sería más lento, habría menos tráfico en la ruta y los gastos serían menores.
Algo lindo era ir los sábados a la estación. «Con la muchachada Íbamos y mirábamos todo: el tren que iba, la gente.», recordó Jacquier.

«Fue un momento de mucho progreso y el tiempo lo fue borrando. Ahora sólo quedan escombros en muchas estaciones.», concluyó.

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Como llegar

Estas cuatro estaciones están ubicadas al sudoeste de la provincia de Buenos Aires, una (Alta Vista) pertenece al partido de Saavedra y las otras tres al de Puan, tomaremos la ciudad cabecera de este partido como referencia para indicar como llegar a estos cuatros destinos.
Erize: se ubica a 15,8km al norte de Puan, se puede llegar únicamente a través de camino de tierra, saliendo por detrás del polígono de tiro de esta ciudad. La estación de tren se incendió hace cinco años, solo quedan las paredes en pie y algunas aberturas. Hoy tiene tan solo veinte habitantes.
Alta vista: se encuentra a 13,6km al sudeste de la ciudad balnearia. Para llegar allí hay que salir por la ruta 76 y en la primera curva seguir por el camino de tierra en lugar de doblar. Actualmente no hay nadie viviendo allí, algunas de sus edificaciones son usadas por quienes tienen campos cerca. La estación sigue en pie aunque con los vidrios rotos producto de la mano del hombre.
Azopardo: se halla a 22,7 km de la ciudad cabecera del partido. Y llegar hasta ahí es sencillo, solo hay que tomar la ruta 76. Actualmente tiene 97 en planta urbana y aproximadamente 200 en zona rural y su estación de tren, ahora pertenece a la policía bonaerense.
Víboras: está a 21,9km de Puan. Para encontrar lo que quedo del pueblo hay que tomar la ruta 76 y doblar en la cuarta bocacalle a la izquierda por camino de tierra. Lo único que queda de forma íntegra es su escuela, no hay rastro de alguna otra construcción, solo dela estación en mal estado. Hoy en día no hay nadie que habite allí.