Hecho por Angeles Crettón.

Una década después del grito colectivo que sacudió a la sociedad argentina, la lucha feminista sigue firme y con la mirada puesta en el futuro.

“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los
derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados.” La frase de Simone de Beauvoir fue
una de las primeras en aparecer en pantalla durante la charla brindada por la abogada
Patricia V. Olea en una jornada reflexiva organizada en el Instituto Superior de la Bahía, por
el coordinador de la carrera de Acompañante Terapéutico Emanuel Trelles, sobre género en
la Universidad. La advertencia no es nueva, pero cobra fuerza en contextos donde el avance
conservador y el recorte de políticas públicas en materia de derechos amenaza con silenciar
conquistas históricas.

Estudiantes, docentes y activistas siguieron con atención cada palabra.

Una voz que interpela

El evento fue presencial y virtual, con público estudiantil, docente y profesionales del
derecho. Patricia V. Olea, con amplia trayectoria en temas de género y justicia, habló sin
rodeos.
El “Ni una menos” fue un fenómeno social espontáneo que obligó a poner en la agenda
institucional la cuestión de género como una prioridad.
La visibilización de la temática a través del “Ni una menos” debe acompañarse de acción,
cada uno desde su rol puede contribuir a profundizar la perspectiva de género.

El movimiento sigue vivo

El primer grito fue en 2015. Mujeres, diversidades, familias y organizaciones sociales se
concentraron en todo el país para pedir lo más básico: dejar de morir por ser mujeres.
Desde entonces, el feminismo argentino construyó alianzas, logró leyes (como la Ley
Micaela, el aborto legal, el cupo laboral travesti trans), pero también sufrió embates.
La abogada remarcó que la violencia cambió de forma, y que ahora se vuelve más sutil y
estructural: simbólica, económica, institucional.

«Las leyes no alcanzan si el Estado no las aplica», afirmó.

El rol profesional ante la desigualdad

La disertación no solo ofreció un repaso histórico, sino que fue una interpelación directa al
rol profesional. Desde el derecho, la comunicación, la educación o el trabajo social, nadie
puede quedar ajeno a las violencias por razones de género.
En este sentido, Olea propuso repensar el compromiso con una práctica más ética, inclusiva
y transformadora. “El feminismo no busca privilegios, busca equidad”, concluyó.

La charla fue híbrida, con participación presencial y virtual, y generó preguntas intensas.

Conclusión: no alcanza con recordar.

A 10 años del “Ni Una Menos”, la charla nos recordó que no hay descanso posible en la lucha
por la igualdad. Que la memoria, sin acción presente, se vuelve ritual vaciado. Y que el
feminismo, lejos de ser una moda, es una necesidad histórica que atraviesa cada rincón de
nuestra sociedad.