Por Ángeles Crettón
En el marco de una formación comprometida con la ética y la calidad humana en los
espacios de cuidado, se llevó a cabo una enriquecedora charla destinada a estudiantes de
primer año de la carrera de Acompañante Terapéutico. El eje central: el ego profesional
como posible obstáculo en el vínculo terapéutico.

La actividad, que tuvo lugar recientemente, buscó abrir un espacio de reflexión sobre cómo
el ego del acompañante puede interferir en la calidad del acompañamiento que brinda.
Lejos de los tecnicismos, la propuesta apuntó a pensarse desde la práctica concreta y
cotidiana, y a partir de situaciones reales que surgen en el ejercicio del rol.
“Me pareció necesario abrir espacio para pensarnos a nosotros mismos y preguntarnos
desde dónde estoy acompañando y si mi intervención nace del deseo de ayudar o de la
necesidad de validarme”, explicó el profesional a cargo de la charla, quien además se
desempeña como supervisor de acompañantes terapéuticos. Nestor Emmanuel Trelles.Durante el encuentro, se abordó cómo un ego desmedido puede cerrar la escucha,
obstaculizar el trabajo en equipo y generar tensiones innecesarias. Sin embargo, también se
destacó que, si se trabaja desde la humildad, la autenticidad y la apertura, es posible
transformar ese obstáculo en una herramienta de crecimiento tanto personal como
profesional.
Las reacciones del alumnado no tardaron en llegar. Las devoluciones fueron profundamente
cálidas y valorativas. “Varios alumnos se sintieron muy identificados con las situaciones
planteadas y valoraron mucho poder hablar de esto sin tabúes ni culpa”, comentó el
disertante. La posibilidad de abordar este tema, a menudo silenciado, fue vivida por muchos
como una puerta abierta hacia un desarrollo más consciente del rol.
Uno de los aportes más significativos de la charla fue el impulso a la autorrevisión constante
como parte integral del trabajo terapéutico. Se trabajaron herramientas prácticas como la
escucha activa, la empatía, la supervisión y el trabajo en red. También se subrayó la
importancia de saber detenerse cuando se detecta que el ego comienza a ganar terreno en
la intervención.
Esta experiencia, sin duda, dejó una huella profunda en quienes están dando sus primeros
pasos en el camino del acompañamiento. Porque acompañar no es solo estar al lado del
otro, sino también aprender a correrse de uno mismo, para que el otro tenga espacio real
para ser.

