Por Rocio Romero

Era un jueves a la noche cuando mi abuela Nilda, en su momento de lucidez, me había halagado la vestimenta. Que era raro, porque hace mucho tiempo, nos había dejado de reconocer a los nietos. Esa misma noche, cuando ella tomaba el té, hablábamos de cómo se “empilchaba” en su juventud y así surgió una historia en el tiempo.


Desde los tiempos antiguos, la indumentaria no solo cubrió cuerpos, sino que expresó jerarquías, pertenencias y revoluciones. Cada país tradujo esa narrativa a su propia historia y Argentina no fue la excepción.


La moda es mucho más que ropa. Es una narrativa visual de la sociedad. Es cultura, política, arte y rebeldía. Y en Argentina, país de contradicciones, pasiones e historias intensas, la vestimenta fue siempre una manera de contar lo que las palabras no alcanzaban a decir. Desde las influencias coloniales hasta la irrupción del diseño independiente, la moda argentina fue moldeándose con cada crisis, cada revolución y cada sueño colectivo. Esta crónica es un viaje por esas texturas que nos vistieron el cuerpo… y también el alma.


Durante el Virreinato del Río de La Plata, la élite porteña imitaba fervientemente las tendencias que llegaban desde Europa, en especial de París y Madrid. El vestir era un marcador de clase. Los trajes largos, los encajes, las sombrillas de seda y los zapatos con taco bajo hablaban de status y distinción. Pero con la Revolución de Mayo y la conformación del Estado argentino, empezó a gestarse una identidad criolla, todavía influenciada por Europa, pero con un carácter más propio.


Entre 1845 y 1914 surgieron estilos reinventados, como el directorio o el burgués. Las mujeres comenzaban a salir más al espacio público, y con ello se adaptaban los cortes y telas a sus nuevas funciones. Mientras tanto, la clase trabajadora recurría a telas más resistentes y a una moda más utilitaria. Ya desde entonces, se dibujaban diferencias sociales a través de la ropa.

Después de la Primera Guerra Mundial, el mundo cambió…y con él, la moda. Las mujeres comenzaron a participar activamente en la vida pública, y la moda reflejó esta nueva realidad. Los “Vibrantes años 20” dejaron de lado el corset, cortaron su cabello al estilo gorçon y comenzaron a vestir vestidos cortos, con brillos y con flecos. La influencia del jazz y las expresiones artísticas generaban una nueva estética. La figura de la mujer moderna se volvía símbolo de independencia. Ya no era solo madre o esposa: era trabajadora, estudiante, bailarina, soñadora. En las ciudades, sobre todo Buenos Aires, se respiraba ese aire cosmopolita donde la moda era también un manifiesto.

En los años 50 tras la posguerra, la moda argentina retomó el camino de la elegancia. Influenciada por Hollywood y por el “New Look” de Christian Dior, las mujeres comenzaron a usar vestidos entallados, faldas amplias con volumen y cinturones que marcaban la silueta. Los guantes, sombreros y tacos eran sinónimo de estilo. En Argentina, Eva Perón fue un ícono de moda. Su manera de vestir marcaba tendencia y transmitía un mensaje: la mujer podía ser poderosa, visible y elegante. Las revistas como ”Para Ti” y ”Claudia” mostraban a la mujer ideal de la época, mientras las modistas del barrio adaptaban esos modelos a los cuerpos y a sus bolsillos.


La década del 70 en Argentina fue turbulenta en todos los sentidos. En la moda, se expresaba esa efervescencia social. Aparecieron los pantalones Oxford, las camisas con cuellos anchos, los estampados psicodélicos, los chalecos y las plataformas. El estilo hippie y el rock nacional invadieron las calles y marcaron una generación que buscaba identidad propia. La ropa comenzó a ser más que una elección estética: se convirtió en una declaración ideológica. Mientras algunos buscaban una libertad
creativa, otros debían ocultarse para sobrevivir, En dictadura, vestirse también era un acto de resistencia. Grupos culturales como Teatro Abierto recuperaron el cuerpo como espacio de expresión, y la moda acompañó esos gestos, incluso en lo clandestino.

La llegada de la televisión por cable, los videoclips de MTV y la apertura económica marcaron los años 90. Las marcas comenzaron a tener protagonismo inédito: Levi´s, Nike, Adidas y luego las nacionales como Kosiuko o Wanama. El jean se volvió el uniforme adolescente, las remeras con logos eran un must, y el estilo casual-minimalista se imponía en oficinas y colegios. La moda fast fashion comenzaba a asomar en el país, al mismo tiempo que surgía una camada de diseñadores que buscaban diferenciarse: Pablo Ramírez, Vero Ivaldi, entre otros. En los barrios, se armaban las primeras ferias independientes y comenzaba un circuito que sería vital años después.

Con la llegada de Internet, la moda se democratizó. Ya no se dependía exclusivamente de las revistas o de las grandes marcas. Blogs, fotologs y más tarde Instagram, permitieron que cualquier persona pudiera mostrar su estilo y generar tendencias.

Surgieron los diseñadores independientes, los showrooms caseros, las ferias de diseño como la Feria PuroDiseño o el BAFWeek. Aparecieron propuestas que mezclaban reciclaje, producción consciente y creatividad libre. Las prendas dejaban de ser uniformes de temporada para convertirse en anifestaciones personales.


En la actualidad, la moda argentina se caracteriza por su diversidad. Hay lugar para el diseño de autor, para lo urbano, lo vintage, lo artesanal y lo experimental. Se valora el upcycling, la identidad de género fluida, el respeto por el ambiente y los procesos de producción ética.


Las marcas independientes como “El Poeta Celoso” o “Broer” crecen gracias a la autogestión, las redes y el boca en boca. Cada prenda cuenta una historia, muchas veces ligada a lo social, lo artístico o lo ecológico. Las pasarelas ya no son el único escenario: la calle, las redes y el propio cuerpo se convierten en espacios de moda viva.

Vestirse en Argentina siempre fue más que cubrir el cuerpo. Fue contar historias, resistir silencios, imaginar futuros. La moda acompañó los cambios del país, se tiñó de lucha, de deseo, de clase, de estilo. Es una memoria tejida en hilos, colores y formas.


Y hoy, cuando las juventudes experimentan con lo queer, lo sustentable y lo libre, seguimos haciendo de la ropa un lenguaje. Porque en Argentina, la moda no pasa…deja huella.

Me interesa hacer moda con memoria, con poesía, con historia.” – Pablo Ramírez.

Bibliografía
➢ AMA Modelos. (s.f.). Historia de la moda en Argentina. AMA Modelos.
Rocio Romero | Periodismo Gráfico II
Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social
https://www.amamodelos.com.ar/post/historia-de-la-moda-en-argentina