En un grito fuerte, abrazado, golpeado pero con la mirada firme. En ese grito fuerte y firme, me ví rodeada de denuncias y dolor, rodeada de… la inseguridad en la que vivimos por el «simple» hecho de nuestra condición de ser mujeres, del miedo que nos da caminar por una calle oscura, del dolor de los úteros que sangran en cada aborto clandestino, de la incertidumbre de aquella madre que no sabe nada de su hija hace 35 días.
Rodeada de la imagen del que te toco la cola en el bondi, del que te dijo en la calle; «Tan bonita y sólita», del que le dio tu puesto de trabajo a un hombre y por más plata, del policía que no te tomo la denuncia por violencia, del que te manda a lavar los platos.
No es fácil recordar a Mica, a sólo días de haberla hallado sin vida.
No es fácil recordar a Katherine, y como dijo su prima Wanda; «seguir viviendo con asesinos».
No es fácil recordar la impotencia de saber que Belén sigue presa por un aborto espontáneo y no sólo eso, sino que fue torturada por médicos, policías y jueces que trataron su caso. No es fácil, pero aún así, salimos a marchar.
Salimos a marchar porque creemos que el Estado es responsable de la impunidad, responsable de no brindar apoyo a las mujeres victimas de violencia, responsable de la indiferencia ante 500.000 abortos clandestinos, ante las 80.000 mujeres hospitalizadas y el centenar que muere cada año.
Salimos a marchar por todas, para que no haya ni una menos, y por que vivas nos queremos!
Camila Marián Pozas Guerrero
Alumna de periodismo -1er año.